
En un comentario a mi post anterior, Spirit, un buen amigo solicitó hablar un poco de los inicios del sida, recuerdo que hace muchos años, siendo niña, se corrió la voz que era la epidemia gay, que Dios había enviado esa enfermedad como castigo por los pecados de los homosexuales, debido a que en sus orígenes el primer infectado fue un hombre homosexual de California, hoy por hoy se conoce que es una enfermedad que como el cáncer, u otra enfermedad mortal no conoce ni de raza, ni color, ni orientación sexual ni sexo, aquí les dejo una referencia de una pagina que me encontré surfeando la red. espero que les sea de mucha ayuda a quienes me preguntaron sobre los inicios.
La historia Entre octubre de 1980 y mayo de 1981, cinco varones jóvenes, homosexuales activos, fueron tratados de neumonía por P.carinii en tres hospitales de los Ángeles, California. Dos de los pacientes murieron".
Así comenzaba el 5 de junio de 1981, hace casi 27 años, la descripción, ya clásica, de los primeros casos de una nueva enfermedad que acabó llamándose sida y que ha afectado hasta ahora a 65 millones de personas en todo el mundo de las que han fallecido más de 25 millones.
Después de esta primera publicación, fue necesario esperar un año, hasta junio de 1982, para establecer de manera oficial la relación de la enfermedad con un agente de transmisión sexual. En otoño de aquel mismo año se le dio nombre -sida- y, unos meses después, se confirmó su capacidad para transmitirse a través de la sangre y por relaciones heterosexuales. Sin embargo, todavía no se sabía cuál era la causa de la enfermedad.
En enero de 1983, en el hospital parisino de La Pitié, se extirpó un ganglio del cuello de un paciente de 33 años llamado F. Brugiere, que se sospechaba tenía sida. Montagnier examinó el ganglio del enfermo y determinó que existían signos de la presencia de un virus. Fue la primera evidencia de que la enfermedad estaba causada por un agente externo y que este agente era un virus. Poco después, Robert Gallo lo demostró fehacientemente, abriendo una polémica por la autoría de los descubrimientos que enzarzó a ambos durante años. Aquel virus finalmente recibió el nombre de Virus de la Inmunodeficiencia Humana Adquirida (VIH).
En cualquier caso, con el descubrimiento del virus, las autoridades sanitarias de todo el mundo pudieron iniciar las campañas de educación a la población para evitar su diseminación.
Esta secuencia de hechos condicionó de manera decisiva la historia posterior de la enfermedad y su percepción por la población. El desconocimiento inicial de las formas de transmisión y la inseguridad que ello conllevaba generó miedo y contribuyó a la creación del estigma que rodeó a los colectivos más afectados en los años posteriores.
Esta, que podríamos denominar la primera fase del sida, la fase del temor a lo desconocido, coincidió con la aparición de los primeros enfermos en Euskadi, en 1984 e inicios de 1985, momento a partir del cual nuestros hospitales comenzaron a asistir a un goteo de pacientes.
La segunda fase de la epidemia fue la de gran mortandad. En Euskadi, durante los seis años comprendidos entre 1991 y 1996, fallecieron 1.800 jóvenes de sida. Como recuerda una enfermera sobre aquella época: "alguna noche amortajamos a tres pacientes". De forma paralela, socialmente la situación empezó a mejorar lentamente. La evidencia científica mostraba ya de manera fehaciente que el VIH no se transmitía por la saliva -uno de los grandes temores de aquellos primeros años- y que en la vida diaria no había más formas de infectarse que manteniendo relaciones sexuales o compartiendo jeringuillas con personas seropositivas. El temor al virus fue disminuyendo así como la discriminación de las personas afectadas, aunque no desapareció ni, lamentablemente, ha desaparecido todavía.
La historia Entre octubre de 1980 y mayo de 1981, cinco varones jóvenes, homosexuales activos, fueron tratados de neumonía por P.carinii en tres hospitales de los Ángeles, California. Dos de los pacientes murieron".
Así comenzaba el 5 de junio de 1981, hace casi 27 años, la descripción, ya clásica, de los primeros casos de una nueva enfermedad que acabó llamándose sida y que ha afectado hasta ahora a 65 millones de personas en todo el mundo de las que han fallecido más de 25 millones.
Después de esta primera publicación, fue necesario esperar un año, hasta junio de 1982, para establecer de manera oficial la relación de la enfermedad con un agente de transmisión sexual. En otoño de aquel mismo año se le dio nombre -sida- y, unos meses después, se confirmó su capacidad para transmitirse a través de la sangre y por relaciones heterosexuales. Sin embargo, todavía no se sabía cuál era la causa de la enfermedad.
En enero de 1983, en el hospital parisino de La Pitié, se extirpó un ganglio del cuello de un paciente de 33 años llamado F. Brugiere, que se sospechaba tenía sida. Montagnier examinó el ganglio del enfermo y determinó que existían signos de la presencia de un virus. Fue la primera evidencia de que la enfermedad estaba causada por un agente externo y que este agente era un virus. Poco después, Robert Gallo lo demostró fehacientemente, abriendo una polémica por la autoría de los descubrimientos que enzarzó a ambos durante años. Aquel virus finalmente recibió el nombre de Virus de la Inmunodeficiencia Humana Adquirida (VIH).
En cualquier caso, con el descubrimiento del virus, las autoridades sanitarias de todo el mundo pudieron iniciar las campañas de educación a la población para evitar su diseminación.
Esta secuencia de hechos condicionó de manera decisiva la historia posterior de la enfermedad y su percepción por la población. El desconocimiento inicial de las formas de transmisión y la inseguridad que ello conllevaba generó miedo y contribuyó a la creación del estigma que rodeó a los colectivos más afectados en los años posteriores.
Esta, que podríamos denominar la primera fase del sida, la fase del temor a lo desconocido, coincidió con la aparición de los primeros enfermos en Euskadi, en 1984 e inicios de 1985, momento a partir del cual nuestros hospitales comenzaron a asistir a un goteo de pacientes.
La segunda fase de la epidemia fue la de gran mortandad. En Euskadi, durante los seis años comprendidos entre 1991 y 1996, fallecieron 1.800 jóvenes de sida. Como recuerda una enfermera sobre aquella época: "alguna noche amortajamos a tres pacientes". De forma paralela, socialmente la situación empezó a mejorar lentamente. La evidencia científica mostraba ya de manera fehaciente que el VIH no se transmitía por la saliva -uno de los grandes temores de aquellos primeros años- y que en la vida diaria no había más formas de infectarse que manteniendo relaciones sexuales o compartiendo jeringuillas con personas seropositivas. El temor al virus fue disminuyendo así como la discriminación de las personas afectadas, aunque no desapareció ni, lamentablemente, ha desaparecido todavía.
Muchas gracias Xio
ResponderEliminarRecibe un fuerte abrazo.